Imagen tomada de https://fbcdn-sphotos-h-a.akamaihd.net/hphotos-ak-snc7/485676_499276113418197_1886220938_n.jpg
“Antenoche y anoche, antenoche y anoche,
Parió la negra, parió la negra, parió la negra, ehhh
25 negritos, 25 negritos, 25 negritos, 25 negritos
ay que grandeza, ay que grandeza, ay que grandeza ehhh
Parió la luna eh, parió la blanca eh, parió la negra ehhhh”
Fragmento canción Víctor Hugo1
Dime como naces y te diré la capacidad que tienes para la Violencia o para la Paz
Diana Lucía Contreras “Luna”
Ceuna
Hace unos años en el bello valle del Patía un profesor me decía “los negros somos gente pacífica, a nosotros no nos gusta eso de la disciplina, los uniformes, cumplir horarios y que nos den órdenes, no somos gente de guerra, somos gente de paz”.
En los últimos meses he estado reflexionando sobre la importancia de las parteras en las comunidades rurales y por supuesto mi referente más cercano son las parteras y parteros tradicionales del pacífico colombiano y mi bisabuela que fue partera en su comunidad.
Imagínate la diferencia entre un parto en un hospital en una ciudad fría como Bogotá, donde cada nacimiento es un número y un parto en cualquiera de nuestros pueblos del pacífico donde el nacimiento es un acontecimiento comunitario.
Michel Odent2 un médico francés ha hecho estudios donde sustenta como las condiciones del nacimiento, puede predisponer a los niños para la violencia o para el amor cuenta en varios de su libros3 como un parto en un hospital con la violencia de sus numerosos procedimientos médicos (inyecciones, cortes, anestesia, miedo, tactos innecesarios, medicamentos, etc.), con los cuales recibe a los recién nacidos en un medio hostil lo prepara para criarse en la necesidad, porque al nacer lo separan de la madre; en el miedo a la muerte, porque le cortan rápidamente su cordón umbilical; en el miedo al abandono porque lo dejan en una incubadora varias horas o días, en el hambre cuando no le dejan recibir leche de su madre recién nace y en el dolor en la forma en que manipulan al recién nacido para medirlo, pesarlo y verificar el estado de salud con el que nace.
Fotografía tomada por Luna de pintura anónima de la Casa de Nacimiento Pakarii en Lima Perú
En las comunidades con el acompañamiento de las parteras y médicos tradicionales que mantienen los conocimientos ancestrales para el buen nacer donde desde los cuidados del embarazo, la alimentación que depende de cada región, la preparación para el parto, los masajes, las hierbas y las costumbres ancestrales con formas naturales de ayudar en la acomodación del bebé y el parto mismo, el que nunca separen al bebé de su madre, que esperan un tiempo para separar al bebé de su cordón, el uso de bebidas que ayudan a limpiar la matriz de las mujeres, los cuidados durante la cuarentena como la faja, el cubrir su cabeza siempre y la alimentación para la recuperación del cuerpo y para facilitar el amamantamiento del bebé, el acompañamiento comunitario, nuestros rituales propios como la ombligada, el cuidado con la placenta y el apoyo de otras mujeres para aprender las pautas de crianza de nuestros pueblos4. Estas y otras costumbres propias de nuestra cultura hace que nuestros hijos nazcan desde el amor, la aceptación, sin miedos y bien alimentados... Hijos paridos sin violencia... son hijos nacidos para la paz...
Aunque la guerra en nuestros territorios nos invada, nuestra gente sigue naciendo para la la paz.
El sistema y el poder necesita que el parto y el nacimiento sean dolorosos y económicamente rentables, para que nazcamos en un desierto afectivo donde el llanto de los bebes, la resignación del abandono en una incubadora, la sumisión de los cuerpos de las mujeres al poder de los médicos, nos enseñen desde el nacimiento a través de la violencia, el miedo y el control...
En nuestras comunidades parimos para la libertad y para el amor, una mujer puede estar viviendo sus contracciones con el rumor del sonido de una marimba en la ventana, con un toque del tambor que estimula la fuerza ancestral del vientre, con las risas y la compañía de la familia extensa afuera que espera con ansias la buena noticia y con la sabia compañía y cuidado de una partera que te protege como madre y confía en ti como mujer.
La ayuda mutua y el papel de las mujeres de las familias y las comunidades afrocolombianas que acompañan a las madres jóvenes, no tiene nada que ver con la orfandad, el abandono y la angustia que muchas mujeres en las ciudades de nuestro país tienen que vivir ante la realidad de tener que ir a un hospital a ser maltratadas por el sistema de salud, a ser insultadas porque los médicos prohíben prácticas ancestrales que para nosotras son fundamentales y la realidad de no poder vivir su cuarentena y tener que salir lo más pronto posible a trabajar para mantener a su hijo o hija.
El parto es una cuestión de poder y de poder femenino que me recuerda a nuestras abuelas cimarronas que decidían parir hijos para la resistencia, pero también muchas otras que esclavizadas decidían no parir hijos para la esclavitud, si es que la libertad no era el futuro que a sus hijos esperaba.
Fotografía tomada por Luna, de una jarra en forma de mujer embarazada que hay en la Casa de Nacimiento Pakarii en Lima Perú
Hoy por hoy, aportes como los que hace la Asociación de Parteras del Pacífico Colombiano ASOPARUPA5 y tantas otras parteras y médicos tradicionales en diferentes rincones del país resistiendo culturalmente a la persecución del sistema médico6, cuidando el conocimiento ancestral para ayudar a tener buenos nacimientos, enseñarnos a las mujeres jóvenes cómo nuestros cuerpos pueden parir, pero también hacen una resistencia política silenciosa, cuando nos ayudan a parir hijos en el amor y no en la violencia.
Las mujeres negras/afrocolombianas no parimos hijos para la guerra... engendraremos y continuaremos pariendo hijos e hijas para la paz.
Cuando decidimos parir, parimos con placer y con amor, soñando con la paz que nuestros gobiernos se han negado a negociar. Parimos para la vida y no para la muerte.
Parimos para construir un mundo sin racismo, sexismo ni homofobia y no para seguir reproduciendo el sistema que nos oprime, discrimina y extermina.
Cuando, Cómo, dónde y con quién parir es un derecho que las mujeres y hombres de comunidades negras seguiremos defendiendo como lo hacen nuestras mayores en procesos como ASOPARUPA y como lo han defendido nuestras ancestras por siglos.
Yemanya, sigue guiando las manos de nuestras parteras y continúa velando por buenos nacimientos sin miedo, sin dolor y sin violencia, de nuestros hijos e hijas que seguirán resistiendo hasta que la paz sea una realidad en nuestros territorios.
Axé...
1 Rodriguez, Victor Hugo. Fragmento
de la canción Parió La Luna del disco “Soy del río soy del
mar”.
2
Médico obstetra francés y uno
de los defensores más notables del parto natural y del movimiento
por el parto humanizado
3 La cientificación del amor. 2001; El nacimiento y los
orígenes de la violencia, 2002; La cesárea: ¿problema o
solución?, 2006, entre otros.
4 Para ver algunas de estas prácticas
tradicionales se pueden ver textos como: De lágrimas, cantos y algo
más del mágico valle del Patía. Unicauca y Unicef. 2006.
5 La Asociación de Parteras Unidas
del Pacifico “Asoparupa” es una organización que nace en la
ciudad de Buenaventura en el año 1988, cuando comenzaron eran
alrededor de veinte (20) parteras, hoy agrupan a más de 200 parteras
en el pacífico colombiano y hacen parte de la Red Nacional de
Parteras Tradicionales de Colombia.
6 “La partería es considerada,
por el orden estatal como culturalmente posible para las comunidades
marginadas pero legalmente no aceptado para el resto de la población
urbana y rural que por competencia tiene que ser asistida por el
sistema de salud y la medicina alopática.” Fragmento tomado de
Artículo de Asoparupa de la “Red Nacional de Parteras
Tradicionales de Colombia”. www.asoparupa.org. 2011.